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EL BLOG DE LOS 100 AUTORES

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martes, 28 de abril de 2009

¿Qué Me Hace Falta Qué?

Anecdota:
Esta historia se remonta 2 meses atras mientras en una hora libre de la escuela, ya que como ustedes saben siempre debe haber algun maestro faltista en el grupo, yo estaba con mis amigas aburrida y estaba a punto de dormir asi que saque una libreta y comenze a garabatear un rato, a los 5 minutos ya estaba escribiendo fragmentos de diferentes canciones en letra cursiva, en lo que me desaburria, entre ellos iban La Cantata Del Diablo (Mago De Oz), Si Amaneciera (Saratoga), Hijo De La Luna, Tu Recuerdo Me Bastara (WarCry), Ella (Rata Blanca), Diabulus In Musica (Mago De Oz), Entre otras, pero en especial habia de La Cantata Del Diablo, ya que la habia escuchado algunas veces y se me quedo bien pegada, y hasta ahora la sigo escuchando, bueno, el caso es que una amiga vio y se quedo viendo, ya de rato me pidio la libreta para ver lo que habi escrito y me dijo, que que bonita letra bla bla bla, el caso es que asi estuve por un buen rato, libreta que tocaba, libreta que tenia canción, jajajajaja en fin... Asi paso el tiempo y la semana pasada antes de que nos dieran vacaciones forzadas por la influenza T.T saque una libreta una vez mas y me puse a escribir... la misma canción y mi misma amiga me pregunto que que escribia y le dije "Huy Poes La Misma Cancion Que Es Estado Escribiendo Durante Los Ultimos Meses" y ella se rio pero... lamentable mente ahi estaba el metiche de su novio escuchando y me pregunta que si escribo canciones y le digo "No, Nadamas Escucho Y He Estado Escuchando Una Durante Dos Meses Y Fragmento Del Que Me Acuerdo Es Fragmento Que Escribo" Y pues obviamente se me quedo viendo con cara de What? y me dice "La Misma Canción 2 Meses? Que Aburrido!!" A lo que voy yo de contestona, "no fijate esas canciones no aburren, al contrario, te entretienen y te ponen un buen a pensar y te sacan un chingo de inspiracion" No poes hay si se me quedo viendo como si fuera un bicho raro jajajaja y que se defiende el wey, me dice... "Sabes Qué? Te hace falta escuchar mas pop" y ya poes le dije que no gracias y me puse a pensar un poquito mas... y esque con eso de que el ya conoce todas las casas del salon menos la mia no sabe que la mayor parte del día estamos escuchanado musica pop porque a mi madre le encnata, aunque todos tengamos gustos diferentes es lo que mas escuchamos en casa, y bueno, yo digo, el dice que a mi me hace falta escuchar musica pop, pero, una cancion de metal o rock no me aburre, a el le gusta solo reggaeton y pop, musica que un mes esta de moda y al siguiente si aun la oyes eres un anticuado, mientras que el rock y el metal en diferentes presentaciones por mas que las escuches no te aburren, y siempre vas a encontrar canciones nuevas, las vas a escuchar pero sin dejar aun lado las demas jajajaja.
Lo que yo pienso es que a mi no me hace falta escuchar pop porque con la musica que me gusta estoy bien ya que no me aburre, al contrario, a el le hace falta escuchar rock y metal para que no se aburra, ¿No creen? =D
Bueno ahi esta mi pequeña anecdota y como recompenza por el aburrimiento les dejo la letra de la cantata del diablo....
In Nominne Diabulus et Belial,
Satan, Lucifer, Astaroth, et Yahvé.
Cae la noche, niebla eterna
Ocultarse ya la luz,
Frío yermo, rompe y hiela
lágrimas del corazón.
Sueña la vida que se ve morir
En trozos de miedo es duro vivir,
Sueños de muerte, desvélate
Santa condena, auto de fe.
En nombre de la única religión
Dictamos sentencia y te condenamos
A la piadosa purificación
Del fuego y del dolor.
En manos de Dios tu debes de poner
Tu alma, tu hacienda, y todos tus pecados,
Acepta a Cristo y encomiéndate,
Pues pronto darás cuentas a él.
Diabulus in Gaia, missit me Dominus
Diabulus in Gaia, missit me Dominus
Quisiera ser el viento para poder huir de mí,
Que calle el silencio, enmudezca el terror,
Quisiera no morir.
Me inventaré otra vida
Mis sueños decoraré,
Y los cubriré de tus besos -pensó-
¡Quemad mi alma también!
¿Reniegas de Satán, de sus obras y sus vicios?
¿De la necromancia, de la magia y del tarot?
Yo soy la virtud de la iglesia y sus principios
Si no te arrepientes tu alma se condenará.
Hoy la libertad se ha quedado dormida y en silencio,
Hoy la libertad, ha cerrado por defunción
Hoy la libertad, se ha muerto de pena y melancolía,
Hoy no hay libertad, hoy Dios no esta aquí ni vendrá.
Quisiera ser olvido, para nunca recordar,
Quisiera ser brisa, y así acariciar, la vida una vez más
Que fría es la promesa de otra vida junto a Dios
Si en esta ni estuvo, ni supo de él, la hoguera es su ataúd.
Antes de morir, y que el fuego haga su oficio
¿Aceptáis a Cristo, a su iglesia y su poder?
¿Renunciáis al Dios, llamada Naturaleza?
Gaia solo es madre
Del pecado y del terror.
Hoy la libertad se ha quedado dormida y en silencio,
Hoy la libertad, ha cerrado por defunción
Hoy la libertad, se ha muerto de pena y melancolía,
Hoy no hay libertad, hoy Dios no esta aquí ni vendrá.
In Nominne Diabulus et Belial,
Satán, Lucifer, Astaroth, et Yahvé.
Gaia, Gaia.
Hoy la vida llueve penas
Gotas de desesperación
Mis lagrimas, son ríos, venas
Desangrándome el corazón.
La memoria de una mujer
Son los besos que recibió
En tus labios yo viviré
Y en tu olvido yo moriré.
Hoy mis lágrimas se quieren suicidar
Acurrucadas, morir en tu piel
Han nacido secas, tienen sed
Mi llanto hoy se quiere morir.
Como un beso prometido
A tu alma es mi voz
Soy lo muerto y lo vivido
Soy la calma, soy tu Dios.
Cierra los ojos y te llevaré
Donde los sueños se hacen canción
La vida duele, te curaré
Duérmete y sueña, te acuna mi voz.
Hoy mis lágrimas se quieren suicidar
Acurrucadas, morir en tu piel
Han nacido secas, tienen sed
Mi llanto hoy se quiere morir.
Si tus lágrimas se quieren suicidar
Guárdalas pues vas a llorar
Llorarás océanos de paz
¡Duérmete ya no hay dolor!
En nombre de la libertad
La fe en uno mismo y la paz
Quemad las banderas ¡No a la religión!
Y que tu Dios sea canción
Compuesta por el corazón
Y que tu país sea donde te lleven los pies
Diabulus in Gaia, missit me Dominus
Diabulus in Gaia, missit me Dominus
Missit me Dominus
Missit me Diabulus
Missit me Satanás
Gaia
Ahora al fin soy aire
Y mi maldición caerá
El fin de esta iglesia muy pronto vendrá
Mi voz despertará
Hoy la libertad se ha quedado dormida y en silencio,
Hoy la libertad ha cerrado por defunción,
Hoy la libertad, se ha muerto de pena y melancolía,
Hoy no hay libertad, hoy Dios no está aquí ni vendrá.
Reparto:
Jose
Victor
Leo
Andrea
Todos
Aurora y Leo
Aurora y Jose

jueves, 23 de abril de 2009

noches calladas

en las noches calladas
en cada ventana se ensiende tu luz,
veo como caen las ojas muertas
en la denza noche azul.

camino como quien disfruta
algo que no ve, esperando tu aparicion
y llego ha casa basia con la
esperanza de que algo se revele en mi
enredado entendimiento.

en vano espero encontrar
si no estoy contigo,
encontrare basios
si no busco en ti.

abri la puerta a tu magico mundo
donde mis utopias se buelven realidad,
donde mis sueños dorados
brillan en tu nombre.

con mi habitacion basia
callo para escucharte y
apareses, entre mis alucinaciones
vivas borras mis limites,
manchas mis anelos con tu sangre sagrada.

llenas mi mundo con tu amor
que amo;tus palabras secretas,
tu actuacion fantastica,
el velo transparente de tu misericordia,
simplemente tu bella existencia.

en ti quiero nadar,
ahogarme en tus delirantes verdades
y en tus aguas vivar renacer
en el perfume de tu esencia.

nada tengo, nada valgo,
nada soy si no eres tu...

FIEL AMIGO

Fiel amigo

.
Cuando te conocí
Mi alma desfalleció
Y toda paz pereció
.
Mi corazón fue traspasado
Por tu voz tan penetrante
Debí evitar tu susurro
Para no lastimarme
.
No se si soy tu aliado
O tu enemigo
Ya que al estar conmigo
Pareciera que fuera tu enemigo
.
Mi corazón herido
Mi alma desfallecida
.
No puedo evitar llorar
Mis lágrimas brotan si parar
Mi llanto no cesa
Mi alma te besa
.
Cuando me volverás a visitar?
Mi gran amigo
Quiero estar contigo

.
Aparta de mí tu furor
Dame de tu amor
Mi fiel amigo DOLOR

miércoles, 22 de abril de 2009

IMAGENES DE CULTO -- SUBREALISMO

IMAGENES DE CULTO -- SUBREALISMO



Hasta La Muerte

Te queria solo a ti,
te quiero solo a ti,
te quedre solo a ti.

Simplemente a ti,
dormire contigo,
vivire contigo,
no me separare de ti.
Eres tu, aquel al que siempre ame
al que no dejare nunca,
te marcare como mi unico amor
en cada vida, en cada muerte.

Seras tu y solo tu.
Te ame a ti y solo a ti.
te amo a ti y solo a ti.
No eres mi principe esperado
no eres ese joven soñado,
pero eres amor.

Te amare aun despues de la muerte
y es por eso que estoy aqui,
durmiendo a tu lado,
durmiendo con un cuerpo helado,
durmiendo con los restos de tu mi pasado.

Te amare aun despues de tu muerte
te amare sin importarme mas...










Atte.

Night Lady

martes, 21 de abril de 2009

Sin Titulo...??

Lloro en delirio.
Un suspiro en la risa
mientras pienso en la sombra...
sera la muerte mi fin

o solo una solución
a rastros de amor y pena?
Tus lamentos, los disfruto

escapo en pensamientos de odio
"corriendo caminos"
donde el amor es la condena
y el dolor es mi castigo.

Perduro y resisto.
Lloro en "delirio",
me siento perdido
en mis dulces sueños.

Busco y no encuentro
gracia en mi corazon,
vivo con ilusion,
muero con la razón.

Javi...:(

domingo, 19 de abril de 2009

El Dragón --- Ray bradbury

El Dragón --- Ray bradbury


El Dragón
Ray bradbury



..
La noche soplaba en el escaso pasto del páramo. No había ningún otro
movimiento. Desde hacía años, en el casco del cielo, inmenso y tenebroso, no
volaba ningún pájaro. Tiempo atrás, se habían desmoronado algunos pedruscos
convirtiéndose en polvo. Ahora, sólo la noche temblaba en el alma de los dos
hombres, encorvados en el desierto, junto a la hoguera solitaria; la oscuridad les
latía calladamente en las venas, les golpeaba silenciosamente en las muñecas y
en las sienes.
Las luces del fuego subían y bajaban por los rostros despavoridos y se volcaban
en los ojos como jirones anaranjados. Cada uno de los hombres espiaba la
respiración débil y fría y los parpadeos de lagarto del otro. Al fin, uno de ellos atizó
el fuego con la espada.
-¡No, idiota, nos delatarás!
-¡Qué importa! -dijo el otro hombre-. El dragón puede olernos a kilómetros de
distancia. Dios, hace frío. Quisiera estar en el castillo.
-Es la muerte, no el sueño, lo que buscamos...
-¿Por qué? ¿Por qué? ¡El dragón nunca entra en el pueblo!
-¡Cállate, tonto! Devora a los hombres que viajan solos desde nuestro pueblo al
pueblo vecino.
-¡Que se los devore y que nos deje llegar a casa!
-¡Espera, escucha!
Los dos hombres se quedaron quietos.
Aguardaron largo tiempo, pero sólo sintieron el temblor nervioso de la piel de los
caballos, como tamboriles de terciopelo negro que repicaban en las argollas de
plata de los estribos, suavemente, suavemente.
-Ah... -el segundo hombre suspiró-. Qué tierra de pesadillas. Todo sucede
aquí. Alguien apaga el Sol; es de noche. Y entonces, y entonces, ¡oh, Dios,
escucha! Dicen que este dragón tiene ojos de fuego y un aliento de gas
blanquecino; se le ve arder a través de los páramos oscuros. Corre echando rayos
y azufre, quemando el pasto. Las ovejas aterradas, enloquecen y mueren. Las
mujeres dan a luz criaturas monstruosas. La furia del dragón es tan inmensa que
los muros de las torres se conmueven y vuelven al polvo. Las víctimas, a la salida
del Sol, aparecen dispersas aquí y allá, sobre los cerros. ¿Cuántos caballeros,
pregunto yo, habrán perseguido a este monstruo y habrán fracasado, como
fracasaremos también nosotros?
-¡Suficiente, te digo!
-¡Más que suficiente! Aquí, en esta desolación, ni siquiera sé en que año
estamos.
-Novecientos años después de Navidad.
-No, no -murmuró el segundo hombre con los ojos cerrados-. En este páramo
no hay Tiempo, hay sólo Eternidad. Pienso a veces que si volviéramos atrás, el
pueblo habría desaparecido, la gente no habría nacido todavía, las cosas estarían
cambiadas, los castillos no tallados aún en las rocas, los maderos no cortados aún
en los bosques; no preguntes cómo sé; el páramo sabe y me lo dice. Y aquí
estamos los dos, solos, en la comarca del dragón de fuego. ¡Que Dios nos
ampare!
-¡Si tienes miedo, ponte tu armadura!
-¿Para qué? El dragón sale de la nada; no sabemos dónde vive. Se desvanece
en la niebla; quién sabe a dónde va. Ay, vistamos nuestra armadura, moriremos
ataviados.
Enfundado a medias en el corselete de plata, el segundo hombre se detuvo y
volvió la cabeza.
En el extremo de la oscura campiña, henchido de noche y de nada, en el corazón
mismo del páramo, sopló una ráfaga arrastrando ese polvo de los relojes que
usaban polvo para contar el tiempo. En el corazón del viento nuevo había soles
negros y un millón de hojas carbonizadas, caídas de un árbol otoñal, más allá del
horizonte. Era un viento que fundía paisajes, modelaba los huesos como cera
blanda, enturbiaba y espesaba la sangre, depositándola como barro en el cerebro.
El viento era mil almas moribundas, siempre confusas y en tránsito, una bruma en
una niebla de la oscuridad; y el sitio no era sitio para el hombre y no había año ni
hora, sino sólo dos hombres en un vacío sin rostro de heladas súbitas,
tempestades y truenos blancos que se movían por detrás de un cristal verde; el
inmenso ventanal descendente, el relámpago. Una ráfaga de lluvia anegó la
hierba; todo se desvaneció y no hubo más que un susurro sin aliento y los dos
hombres que aguardaban a solas con su propio ardor, en un tiempo frío.
-Mira...-murmuró el primer hombre-. Oh, mira, allá.
A kilómetros de distancia, precipitándose, un cántico y un rugido: el dragón.
Los hombres vistieron las armaduras y montaron los caballos en silencio. Un
monstruoso ronquido quebró la medianoche desierta y el dragón, rugiendo, se
acercó y se acercó todavía más. La deslumbrante mirilla amarilla apareció de
pronto en lo alto de un cerro y, en seguida, desplegando un cuerpo oscuro, lejano,
impreciso, pasó por encima del cerro y se hundió en un valle.
-¡Pronto!
Espolearon las cabalgaduras hasta un claro.
-¡Pasará por aquí!
Los guanteletes empuñaron las lanzas y las viseras cayeron sobre los ojos de los
caballos.
-¡Señor!
-Sí; invoquemos su nombre.
En ese instante, el dragón rodeó un cerro. El monstruoso ojo ambarino se clavó en
los hombres, iluminando las armaduras con destellos y resplandores bermejos.
Hubo un terrible alarido quejumbroso y, con ímpetu demoledor, la bestia prosiguió
su carrera.
-¡Dios misericordioso!
La lanza golpeó bajo el ojo amarillo sin párpado y el hombre voló por el aire. El
dragón se le abalanzó, lo derribó, lo aplastó y el monstruo negro lanzó al otro
jinete a unos treinta metros de distancia, contra la pared de una roca. Gimiendo,
gimiendo siempre, el dragón pasó, vociferando, todo fuego alrededor y debajo: un
sol rosado, amarillo, naranja, con plumones suaves de humo enceguecedor.
-¿Viste? -gritó una voz-. ¿No te lo había dicho?
-¡Sí! ¡Sí! ¡Un caballero con armadura! ¡Lo atropellamos!
-¿Vas a detenerte?
-Me detuve una vez; no encontré nada. No me gusta detenerme en este páramo.
Me pone la carne de gallina. No sé que siento.
-Pero atropellamos algo.
El tren silbó un buen rato; el hombre no se movió.
Una ráfaga de humo dividió la niebla.
-Llegaremos a Stokel a horario. Más carbón, ¿eh, Fred?
Un nuevo silbido, que desprendió el rocío del cielo desierto. El tren nocturno, de
fuego y furia, entró en un barranco, trepó por una ladera y se perdió a lo lejos
sobre la tierra helada, hacia el norte, desapareciendo para siempre y dejando un
humo negro y un vapor que pocos minutos después se disolvieron en el aire
quieto.

Afrenta!

acepto mi crueldad y te muestro mi furor,
con tanto rigor tu vida ofendo
con mi veneno enfurecido.

hipocrita, ignorante disfrasado de sabiduria
¿que pretendes? maldigo tu misero destino
vagabundo de los delirios de tu mente loka.

oh felonidad de tu morada engañosa
rindete bufon que ahora es mas
amargo tu mundo olvidado.

¡CALLAD! moustroso payaso, escucha mi
ser infestado de furor que te es
mas noble moriri.

bendita ilucion de ver lagrimas embriagar
tu rostro, tragico deseo de
venganza arde en mi.

talves quiera tu sangre derramada
en una noche astiada de soledad,
talves quiera un mundo donde no
existas ni en los muertos.

mi razon es firmeza ya nefasta de ti,
distante anelo llenar tu mundo de tristeza,
de vinos amargos.

te desgarra en dolor tu desdicha,
en silensio gritan tus lamentos
que se arrastran solitarios.

y ya frustrado en tus ultimos suspiros
mi maldita burla se deleita
acarisiando tus debiles labios
con un beso palido en busca de libertad.









sábado, 18 de abril de 2009

Cómo Ocurrió -- Isaac Asimov

Cómo Ocurrió -- Isaac Asimov
Cómo Ocurrió
Isaac Asimov


http://scifispecial.blogspot.com/2009/04/como-ocurrio-isaac-asimov.html
...
Mi hermano empezó a dictar en su mejor estilo oratorio, ese que hace que las
tribus se queden aleladas ante sus palabras.
-En el principio -dijo-, exactamente hace quince mil doscientos millones de años,
hubo una gran explosión, y el universo...
Pero yo había dejado de escribir.
-¿Hace quince mil doscientos millones de años? -pregunté, incrédulo.
-Exactamente -dijo-. Estoy inspirado.
-No pongo en duda tu inspiración -aseguré. (Era mejor que no lo hiciera. Él es tres
años más joven que yo, pero jamás he intentado poner en duda su inspiración.
Nadie más lo hace tampoco, o de otro modo las cosas se ponen feas.)-. Pero ¿vas
a contar la historia de la Creación a lo largo de un período de más de quince mil
millones de años?
-Tengo que hacerlo. Ese es el tiempo que llevó. Lo tengo todo aquí dentro -dijo,
palmeándose la frente-, y procede de la más alta autoridad.
Para entonces yo había dejado el estilo sobre la mesa.
-¿Sabes cuál es el precio del papiro? -dije.
-¿Qué?
(Puede que esté inspirado, pero he notado con frecuencia que su inspiración no
incluye asuntos tan sórdidos como el precio del papiro.)
-Supongamos que describes un millón de años de acontecimientos en cada rollo
de papiro. Eso significa que vas a tener que llenar quince mil rollos. Tendrás que
hablar mucho para llenarlos, y sabes que empiezas a tartamudear al poco rato. Yo
tendré que escribir lo bastante como para llenarlos, y los dedos se me acabarían
cayendo. Además, aunque podamos comprar todo ese papiro, y tú tengas la voz y
yo la fuerza suficientes, ¿quién va a copiarlo? Hemos de tener garantizados un
centenar de ejemplares antes de poder publicarlo, y en esas condiciones ¿cómo
vamos a obtener derechos de autor?
Mi hermano pensó durante un rato. Luego dijo:
-¿Crees que deberíamos acortarlo un poco?
-Mucho -puntualicé, si esperas llegar al gran público.
-¿Qué te parecen cien años?
-¿Qué te parecen seis días?
-No puedes comprimir la Creación en sólo seis días -dijo, horrorizado.
-Ese es todo el papiro de que dispongo -le aseguré-. Bien, ¿qué dices?
-Oh, está bien -concedió, y empezó a dictar de nuevo-. En el principio... ¿De veras
han de ser sólo seis días, Aarón?
-Seis días, Moisés -dije firmemente.

http://scifispecial.blogspot.com/2009/04/como-ocurrio-isaac-asimov.html

SUPIERAS... -- JAVI

Supieras...


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Solo veo las miradas
y pienso en mis mentiras.
Estoy harto, estoy harto
de pensar en el acecho.

Solo pienso en mi vida
y la muerte en desespero,
la muerte en silencio,
y solo muestro en silencio

lo que siento por la vida
y cuando veo que eres feliz
no necesitas de mi.. hablar.

Si supieras de mi hablar
no vivirias en mentira
la mentira es la verdad
y la verdad solo es mi vida..


Javi


Javo_la10@hotmail.com

viernes, 17 de abril de 2009

Si Te Vas...

Si te vas... ¿Qué sera de mi? Quiza siga siendo la misma niña idiota que se enamoro de ti, quiza me convierta en una mujer oscura que ya no siente amor por ti. Si te vas... ¿Me morire sin ti? Es probable si me noces bien, si, quiza llore, llore, llore y llore, quiza convierta una gota en un mar, o quiza, solo quiza, no llore, quizá comienze a analizar, a descubrir y a entendre, que yo nunca senti algo por ti que todo fue una ilusion, un engaño, todo hecho por mi corazon.
Si te vas, vete, que a mi nada me importara, no, no tratare de detenerte, ni te llorare y quiza si cambiare, dejare de ser una idiota, me olvidaee de esa estupida que reyo amar a laguien, alguien que ella imagino especial, pero que en relidad no era nada, mas que una basura.
Si te vas... Oh mi Dios ¿Qué sera de mi? Quiza sea una persona mucho mas feliz, quiza me convierta en un alguien y deje de ser el algo que te daba placer, y si, dejare de serlo, ahora sere un alguien, que no permitira que le impidan no ser quien quiere ser.
Si te vas, Vete que yo no te extrañare...
Atte.
Night Lady

jueves, 16 de abril de 2009

Ilusiones...

Caminaba de su mano, él sonreía, y yo, yo era inmensamente feliz. Era tan bueno estar cerca de el, abrazarlo y sentir que me amaba. De repente, él se detuvo y soltó mi mano, yo asustada dirigí mi mirada a su rostro, el cual tenía un semblante serio, como sí meditará algo importante.. Al instante puso sus manos en mis mejillas, acercó su rostro hacia el mío, nuestros labios se tocaron, suaves, y dulces; tres segundos después, él separaba sus labios de los míos, besaba mi frente y susurraba a mi oído un "te amo" dandome un abrazo y besandome nuevamente, era tan bueno, tan perfecto, que al escuchar el despertador supe que era demasiado bonito para ser cierto...


AtTe: ZOoUL
O_o??

miércoles, 15 de abril de 2009

soledad

inteligente silencio compones melodias de
las palabras del pensamineto encerrado.
en la habitacion de las memorias,
lloran en un rincon las penas olvidadas...

domingo, 12 de abril de 2009

VAMPIRO -- EMILIA PARDO BAZAN

Vampiro.
Emilia Pardo Bazán.


No se hablaba en el país de otra cosa. ¡Y qué milagro! ¿Sucede todos los días que un setentón vaya al altar con una niña de quince?

Así, al pie de la letra: quince y dos meses acababa de cumplir Inesiña, la sobrina del cura de Gondelle, cuando su propio tío, en la iglesia del santuario de Nuestra Señora del Plomo -distante tres leguas de Vilamorta- bendijo su unión con el señor don Fortunato Gayoso, de setenta y siete y medio, según rezaba su partida de bautismo.

La única exigencia de Inesiña había sido casarse en el santuario; era devota de aquella Virgen y usaba siempre el escapulario del Plomo, de franela blanca y seda azul. Y como el novio no podía, ¡qué había de poder, malpocadiño!, subir por su pie la escarpada cuesta que conduce al Plomo desde la carretera entre Cebre y Vilamorta, ni tampoco sostenerse a caballo, se discurrió que dos fornidos mocetones de Gondelle, hechos a cargar el enorme cestón de uvas en las vendimias, llevasen a don Fortunato a la silla de la reina hasta el templo. ¡Buen paso de risa!

Sin embargo, en los casinos, boticas y demás círculos, digámoslo así, de Vilamorta y Cebre, como también en los atrios y sacristías de las parroquiales, se hubo de convenir en que Gondelle cazaba muy largo, y en que a Inesiña le había caído el premio mayor. ¿Quién era, vamos a ver, Inesiña? Una chiquilla fresca, llena de vida, de ojos brillantes, de carrillos como rosas; pero qué demonio, ¡hay tantas así desde el Sil al Avieiro! En cambio, caudal como el de don Fortunato no se encuentra otro en toda la provincia. Él sería bien ganado o mal ganado, porque esos que vuelven del otro mundo con tantísimos miles de duros, sabe Dios qué historia ocultan entre las dos tapas de la maleta; solo que.... ¡pchs!, ¿quién se mete a investigar el origen de un fortunón? Los fortunones son como el buen tiempo: se disfrutan y no se preguntan sus causas.

Que el señor Gayoso se había traído un platal, constaba por referencias muy auténticas y fidedignas; solo en la sucursal del Banco de Auriabella dejaba depositados, esperando ocasión de invertirlos, cerca de dos millones de reales (en Cebre y Vilamorta se cuenta por reales aún). Cuantos pedazos de tierra se vendían en el país, sin regatear los compraba Gayoso; en la misma plaza de la Constitución de Vilamorta había adquirido un grupo de tres casas, derribándolas y alzando sobre los solares nuevo y suntuoso edificio.

-¿No le bastarían a ese viejo chocho siete pies de tierra? -preguntaban entre burlones e indignos los concurrentes al Casino.

Júzguese lo que añadirían al difundirse la extraña noticia de la boda, y al saberse que don Fortunato, no sólo dotaba espléndidamente a la sobrina del cura, sino que la instituía heredera universal. Los berridos de los parientes, más o menos próximos, del ricachón, llegaron al cielo: hablóse de tribunales, de locura senil, de encierro en el manicomio. Mas como don Fortunato, aunque muy acabadito y hecho una pasa seca, conservaba íntegras sus facultades y discurría y gobernaba perfectamente, fue preciso dejarle, encomendando su castigo a su propia locura.

Lo que no se evitó fue la cencerrada monstruo. Ante la casa nueva, decorada y amueblada sin reparar en gastos, donde se habían recogido ya los esposos, juntáronse, armados de sartenes, cazos, trípodes, latas, cuernos y pitos, más de quinientos bárbaros. Alborotaron cuanto quisieron sin que nadie les pusiese coto; en el edificio no se entreabrió una ventana, no se filtró luz por las rendijas: cansados y desilusionados, los cencerreadores se retiraron a dormir ellos también. Aun cuando estaban conchavados para cencerrar una semana entera, es lo cierto que la noche de boda ya dejaron en paz a los cónyuges y en soledad la plaza.

Entre tanto, allá dentro de la hermosa mansión, abarrotada de ricos muebles y de cuanto pueden exigir la comodidad y el regalo, la novia creía soñar; por poco, y a sus solas, capaz se sentía de bailar de gusto. El temor, más instintivo que razonado, con que fue al altar de Nuestra Señora del Plomo, se había disipado ante los dulces y paternales razonamientos del anciano marido, el cual sólo pedía a la tierna esposa un poco de cariño y de calor, los incesantes cuidados que necesita la extrema vejez.

Ahora se explicaba Inesiña los reiterados «No tengas miedo, boba»; los «Cásate tranquila», de su tío el abad de Gondelle. Era un oficio piadoso, era un papel de enfermera y de hija el que le tocaba desempeñar por algún tiempo..., acaso por muy poco. La prueba de que seguiría siendo chiquilla, eran las dos muñecas enormes, vestidas de sedas y encajes, que encontró en su tocador, muy graves, con caras de tontas, sentadas en el confidente de raso. Allí no se concebía, ni en hipótesis, ni por soñación, que pudiesen venir otras criaturas más que aquellas de fina porcelana.

¡Asistir al viejecito! Vaya: eso sí que lo haría de muy buen grado Inés. Día y noche -la noche sobre todo, porque era cuando necesitaba a su lado, pegado a su cuerpo, un abrigo dulce- se comprometía a atenderle, a no abandonarle un minuto. ¡Pobre señor! ¡Era tan simpático y tenía ya tan metido el pie derecho en la sepultura! El corazón de Inesiña se conmovió: no habiendo conocido padre, se figuró que Dios le deparaba uno. Se portaría como hija, y aún más, porque las hijas no prestan cuidados tan íntimos, no ofrecen su calor juvenil, los tibios efluvios de su cuerpo; y en eso justamente creía don Fortunato encontrar algún remedio a la decrepitud. «Lo que tengo es frío -repetía-, mucho frío, querida; la nieve de tantos años cuajada ya en las venas. Te he buscado como se busca el sol; me arrimo a ti como si me arrimase a la llama bienhechora en mitad del invierno. Acércate, échame los brazos; si no, tiritaré y me quedaré helado inmediatamente. Por Dios, abrígame; no te pido más».

Lo que se callaba el viejo, lo que se mantenía secreto entre él y el especialista curandero inglés a quien ya como en último recurso había consultado, era el convencimiento de que, puesta en contacto su ancianidad con la fresca primavera de Inesiña, se verificaría un misterioso trueque. Si las energías vitales de la muchacha, la flor de su robustez, su intacta provisión de fuerzas debían reanimar a don Fortunato, la decrepitud y el agotamiento de éste se comunicarían a aquélla, transmitidos por la mezcla y cambio de los alientos, recogiendo el anciano un aura viva, ardiente y pura y absorbiendo la doncella un vaho sepulcral. Sabía Gayoso que Inesiña era la víctima, la oveja traída al matadero; y con el feroz egoísmo de los últimos años de la existencia, en que todo se sacrifica al afán de prolongarla, aunque sólo sea horas, no sentía ni rastro de compasión.

Agarrábase a Inés, absorbiendo su respiración sana, su hálito perfumado, delicioso, preso en la urna de cristal de los blancos dientes; aquel era el postrer licor generoso, caro, que compraba y que bebía para sostenerse; y si creyese que haciendo una incisión en el cuello de la niña y chupando la sangre en la misma vena se remozaba, sentíase capaz de realizarlo. ¿No había pagado? Pues Inés era suya.

Grande fue el asombro de Vilamorta -mayor que el causado por la boda aún- cuando notaron que don Fortunato, a quien tenían pronosticada a los ocho días la sepultura, daba indicios de mejorar, hasta de rejuvenecerse. Ya salía a pie un ratito, apoyado primero en el brazo de su mujer, después en un bastón, a cada paso más derecho, con menos temblequeteo de piernas. A los dos o tres meses de casado se permitió ir al casino, y al medio año, ¡oh maravilla!, jugó su partida de billar, quitándose la levita, hecho un hombre. Diríase que le soplaban la piel, que le inyectaban jugos: sus mejillas perdían las hondas arrugas, su cabeza se erguía, sus ojos no eran ya los muertos ojos que se sumen hacia el cráneo. Y el médico de Vilamorta, el célebre Tropiezo, repetía con una especie de cómico terror:

-Mala rabia me coma si no tenemos aquí un centenario de esos de quienes hablan los periódicos.

El mismo Tropiezo hubo de asistir en su larga y lenta enfermedad a Inesiña, la cual murió -¡lástima de muchacha!- antes de cumplir los veinte. Consunción, fiebre hética, algo que expresaba del modo más significativo la ruina de un organismo que había regalado a otro su capital.

Buen entierro y buen mausoleo no le faltaron a la sobrina del cura; pero don Fortunato busca novia. De esta vez, o se marcha del pueblo, o la cencerrada termina en quemarle la casa y sacarle arrastrando para matarle de una paliza tremenda. ¡Estas cosas no se toleran dos veces! Y don Fortunato sonríe, mascando con los dientes postizos el rabo de un puro.


Emilia, Condesa de Pardo Bazán.


sábado, 11 de abril de 2009

¡Qué fácil es decir Te Amo!
pero, es dificil despues negarlo,
decir que fue mentira,
que tu en realidad estabas jugando.


Un juego, ¿El amor es un juego?
¿Cómo puede ser posible?
olvidar todo aquello que has jurado,
olvidar un beso, una caricia,
olvidar un juramento,
y negar un "Te Amo"

Es tan facil jurar amor real,
es tan dificil esta mentira aceptar
vivir con ella, creer en ella,
es dificil decir que no.
Decir que ha sido una farsa,
una simple pelicula,
una novela cualquiera,
una historia de amor, falsa y traicionera.


Que sencillo es besar a cualquiera,
y que dificil es olvidar los labios
de quien te beso por ves primera


Olvidar que fue quien te dio vida
quien te mostro el amor,
y te dio una existencia infinita.


Si, es dificil, querer, amar,
tratar de olvidar,
es dificil de aceptar y tambien dificil de negar
pero, es el amor, lo que nos da vida
nos da energia, y al mismo tiempo nos la quita.







Atte.

Night Lady

jueves, 9 de abril de 2009

DALIA NEGRA

DALIA NEGRA >
HISTORIA : MITO Y LEYENDA -- La dalia negra — Black Dahlia (1947)

HISTORIA : MITO Y LEYENDA -- La dalia negra — Black Dahlia (1947) El 15 de enero de 1.947 apareció en un solar el cuerpo desnudo de una mujer joven seccionado en dos partes. El forense dictaminó que la victima había sido torturada durante días y que, mientras duró el martirio, había conservado el conocimiento. Más tarde seria identificada como Elizabeth Short, de 22 años, y un periodista la llamó la "Dalia Negra" por su manera de vestir. La policía nunca encontró al asesino. James Ellroy reconstruye aquel suceso a través de las figuras de dos policías de Los Angeles obsesionados con la "Dalia Negra". La investigación se convertirá en un viaje infernal por el submundo del Hollywood de posguerra y les llevará hasta las redes de pornografía y corrupción de menores establecidas en la frontera de México.


Ellroy James - La Dalia Negra.doc
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ENLACES:

Pagina Web Oficial, Pelicula
James Ellroy
Elizabeth Short
Elizabeth (Ingles)fotos y primeros planos; boca cortada de oreja a oreja
http://sites.google.com/site/silesiusz/dalia-negra-1/dalia-negra

miércoles, 8 de abril de 2009

martes, 7 de abril de 2009

...

Hola, espero que esten muy bien y pues bueno, hoy no hay nada que hacer y poes ando buscando algo de inspiracion, y pues estaba leyendo algunos pensmaientos que escribi en algunas libretas y queria ponerles uno que escribi hace masomenos un año y lo titule caída. Aqui se los dejo.





Caída
No hay salida en este maldito infierno, mientras más trato de salir, mas me adentro.
He intentado de todo y aún quiero saber como es que entre aqui, como fue que me deje seducir por la oscuridad...
No entiendo por que me quede sola, quisiera saber cual fue mi error, porque ya nadie me escucha cuando pido ayuda...
Quisiera sentir lo que es el amor, solo por un insante, pero, estando aqui, no existe nada, el amor desaparecio, se murio, ya no tengo nada...
Mi alma esta sola, ya no tiene luz, ya no quiere nada, mi corazon ha intentado calmarla, pero, el aun no sabe ni entiende nada, el solo quiere encontrar algo de amor dentro de este agujero sin final, soloo busca algo de luz dentro de este maldito lugar, el busca una salida sabiendo que ya nunca la encontrara...
Me estoy volviendo loca en este lugar, mi alma sufre, mi vida a sido devorada por la oscuridad, ya no quiere nada, ya no siente nada; estoy aqui deambulando, sin una razon para poder vivir.
Esta historia está por terminar, mi alma ya no quiere mas...
Atte.
Night Lady

FRASES UTILES PARA EL TURISTA

FRASES UTILES PARA EL TURISTA

Joanna Russ







Locrinia: la península y sus alrededores.

Lokrina D. C.

X 437894 = H

Considerablemente semejante a la Tierra (véanse las cintas grabadas y las transliteraciones adjuntas).

Para fisiología, ecología, religión y costumbres (véase Wu y Fabricant, Locrinia, Información útil para el turista, Praga, 2355, Vol. 2)





EN EL HOTEL:



Esta es mi compañera. No se trata de una propina.

Voy a llamar al gerente.

Esta no puede ser mi habitación porque yo no puedo respirar amoníaco.

Me voy a sentir muy cómodo con temperaturas que oscilen entre los 200 y 303 grados.

Mozo, esta comida todavía está viva.





EN LA REUNIÓN:



¿Eso es usted?

¿Eso es usted todo entero? ¿Cuánto (que cantidad) de usted (ustedes) hay allí?

Encantado de conocer a su hermano clon.

¿Es usted tóxico?

¿Es usted comestible? Yo no soy comestible.

Los humanos no nos regeneramos.

Mi compañera no es comestible.

Eso es mi oreja.

Soy tóxico.

¿Es así como copulan ustedes?

¿Se supone que esto es erótico?

Muchas gracias.

Explíquese, por favor.

¿Cambia usted de color?

¿Está usted preñado?

Me voy de esta habitación.

¿No podríamos ser sólo amigos?

Llévenme de inmediato al Consulado Terrestre.

Me siento muy halagado por su amable propuesta, pero no puedo acompañarlo a los pozos de apareamiento, pues soy vivíparo.

Según las reglas de la amistad interestelar punto deberíamos tener alguna relación física, ruego que me excuse.





EN EL HOSPITAL:



¡No!

Mi orificio de alimentación no está en ese extremo de mi cuerpo.

Preferiría hacerlo yo solo.

Por favor, no deje salir (entrar) la atmósfera, me resultaría muy poco confortable.

No como plomo.

Si me coloca el termómetro ahí va a obtener escasa o ninguna información.





EXCURSIONES:



Usted no es mi guía. Mi guía era bípedo.

Nosotros, los de la Tierra, no acostumbramos a hacer eso.

Eso es indemostrable.

Eso es muy improbable.

Eso es ridículo.

He visto ejemplos mucho mejores que éste.

Por favor, condúzcame hacia el mamífero inteligente más cercano.

Lléveme de inmediato al Consulado Terrestre.

¡Oh, qué magnífico natatorio (percha de apareamiento, espectáculo preparado, fenómeno involuntario)!

¿A qué hora se arroja la princesa despechada al volcán en erupción? ¿Podemos participar?





EN EL TEATRO:



¿Es esto divertido?

Lo siento; no quise ofenderlo.

¿Puede usted deformarse un poquito más hacia abajo?

¿Estoy imaginando esto?

¿Se supone que debo imaginarlo?

¿Me debería preocupar el agua que hay en el suelo?

¿Dónde está la salida?

iAuxilio!

Es una obra de arte.

Mis convicciones religiosas me impiden tomar parte en el espectáculo.

No me siento bien.

Me siento muy descompuesto.

Yo no ingiero comida viva.

¿Se supone que esto es erótico?

¿Puedo llevarme esto a casa?

¿Es esto parte del espectáculo?

Deje de tocarme.

Señor o señora, esto es mío (extrínseco).

Señor o señora, esto es mío (intrínseco).

Querría visitar las unidades de recuperación de desperdicios.

¿Terminó usted?

¿Puedo empezar?

Está usted en mi camino.

Bajo ninguna circunstancia.

Si no deja de hacer eso llamaré al acomodador.

Esto está prohibido por mi religión.

Señor o señora, esta en una localidad privada.

Señor y señora, esta es una localidad privada.

No fue mi intención sentarme encima de usted. No me di cuenta que este asiento ya estaba ocupado.

Mis ojos sólo son sensibles a la luz cuya longitud de onda oscile entre los 3.000 y 7.000 Angstrons.





CUMPLIDOS:



Es usted más que antes.

Su cabello es falso.

Si se descubre los pies, me desmayaré.

No hay lugar.

Es seguro que usted estará aquí mañana.





INSULTOS:



Usted es siempre el mismo.

Ustedes son cada vez más.

Se le ven los dedos.

¡Qué limpio está usted!

Usted es limpio, pero animado.





GENERALIDADES:



Lléveme al Consulado Terrestre.

Guíeme al Consulado Terrestre.

El Consulado Terrestre se enterará de esto.

Este no es modo de tratar a un visitante.

Por favor, indíqueme dónde está mi hotel.

Algo anda mal con mi vehículo.

Me estoy muriendo.

¿A qué hora sale la luna? ¿Hay luna? ¿Es esta la luna llena? Llévenme de inmediato al Consulado Terrestre.

¿Me podría dar el segundo volumen de Wu y Fabricant, llamado Fisiología, ecología, religión y costumbres de los locrinos? No importa el precio.





FIN

Zapato

Ayer quise saber si realmente me habías olvidado
trepé las extensas rejas que protegen tu casa y allí estabas
mirándola, tocando su cuerpo y besando sus manos
Quise dejar de respirar y llegar al mismísimo allá
por mi mente cruzaron detalles, resignación y muerte
Quise lanzarte los zapatos que llevaba
Sacarte un par de dientes y algún moretón en la cara
Me hundí en planes sin futuro
Pero aún no veía el rostro de la dama, grité para que volteara
"Repugnante animal, comes la presa de otra"
¡Ojalá que te acabaras, como se finita mi alma!
en eso sentí que algo se movió
el drama se consumió y la mirada de los amantes
Un escalón cedió y caí a las profundidades
Yo en ridículo y ellos con gracia
Reían, Reían de mí
y yo deseando haberles lanzado los zapatos

Noches de Manteles y Celebraciones


Noche de manteles y celebraciones, de canciones y arrepentimientos.
Tomo vino para llenar el vacio, mientras miro por encima de aquello que no domino, un nido animal donde los dos cortejamos bajo la noche,
donde me afirmo libre para sentir como tus dedos exploran mis ganas,
donde ansió temerosamente, pero con pisca de manía que desgarres cuanta piel quieras
de mi, toma y bebé, cierra mi boca con tus labios y demuéstrame que guardas.
Arrastra la cordura y suplántala por instintos, borda tu boca loca en cada cobijo,
respira sobre mi cuello y átame a tu cuerpo, mientras yo robo cada pálpito que sobresalta
tu pecho, ¡Qué suave! ¡Qué nervios!
Confieso que mientras te posas sobre este cuerpo sonrojado más hambre tengo de tí.
Así se oculte la luna que nos espía, sigue llenándome sigue degustando sin hablar.


Autora: Mercedes Casanova

lunes, 6 de abril de 2009

Estabas Ahi


Estabas ahi, yo te vi
si, yo misma te vi,
se que no estoy loca,
se que tu estabas ahi
Tu, maldito asecino de almas
tu aquel que a mi corazon corrompio
tu, desgraciado ladron de vidas
animal ponsoñozo en mi vida
Oh, no me trates de mentir
yo estoy segura de que estabas ahi
burlandote, riendote de mi.

Aunque no me creas,
tu esencia yo logre percibir
y te senti, tan serca de mi
que a mi ser mal herido tuve que atar
El te queria matar, pero,
yo no lo permiti,
no dejare jamas que el sufra
solamente por ti.


Yo se que tu estabas ahi
no me intentes engañar
porque eso no lo vas a lograr
yo lo se, si, lo se
se que me querias matar
Maldita ponzoña de almas
largate y no vuelvas a mi
porque se lo que me has querido hacer
yo lo se, me querias arrancar mi ser
Por eso estabas ahi ese día
el día en que mi alma agonizaba
y estaba a punto de partir
Mis ojos no veian, pero,
mi alma tu esencia sentia
yo se que estabas ahi,
el día en que mi alma
estuvo a puto de morir.

Pero algo te detuvo
y te tubiste que ir.

Atte.

Night Lady

Autobuses Alimentados por restos fecales

Autobuses alimentados por restos fecales humanos en Oslo (Noruega).
La fabricación del biometano se suele hacer a partir de desechos fecales de vacas y restos orgánicos. Esta medida forma parte de un plan noruego de llegar a 2050 sin emisiones de CO2. Si la cosa va bien se implantará este combustible en todos los autobuses de Oslo.El biometano es un gas que se produce por la descomposición anaeróbica de la materia orgánica.La materia prima es tan fácil de conseguir y procesar que sin duda se trata de un combustible barato.
80 autobuses municipales en Oslo serán impulsados con biometano.El biometano es un combustible de relativamente sencillo proceso y cuya “materia prima” (jeje) está siempre accesible y en cantidad. Las autoridades de la ciudad de Oslo estiman que el biometano producido a partir de dos plantas de tratamiento podrán colocar a la ciudad entre las más “sostenibles”.
En California hay una planta que produce metano a partir de la materia fecal de más de 1 millón y medio de vacas lecheras: 225 millones de metros cúbicos de metano al año, el equivalente a 167 millones de litros de gasolina.Si esta prueba piloto llevada a cabo en Oslo tiene éxito, la ciudad planea extender el uso de este tipo de combustible al resto de sus 400 autobuses y de generalizarlo a partir de la extracción de metano de desechos hogareños, basura orgánica de restaurantes y demás.
Autor: Mercedes Casanova

La Tortura de la Esperanza

La Tortura de la Esperanza


La Tortura de la Esperanza
(La Torture par L'Esperance)
Villiers de L'Isle Adam


***

Hace ya muchos años, al caer una tarde, el venerable Pedro Arbuez D'Espila, sexto prior de los Dominicanos de Segovia, el tercer gran inquisidor de España, seguido por un fray redentor, y precedido por dos familiares de Su Santidad, el último llevando un farol, hicieron su entrada en una catacumba subterránea. La cerradura de una enorme puerta crujió, y ellos ingresaron en una celda, donde la luz mortecina revelaba entre anillos sujetados a la pared un potro de tormento manchado de sangre, un brasero y una botija de barro. Sobre una pila de paja, cargado con grilletes, y con su cuello circunvalado por un aro metálico, estaba sentado un hombre muy demacrado, de edad incierta, vestido solo con harapos.
Este prisionero no era otro que Rabbi Aser Abarbanel, un judío de Aragón, quien fuera acusado de usura e impiedad por los pobres, y que había sido sometido diariamente a torturas por más de un año. Aún "su ceguera era tan densa como su recato" y se negaba a abjurar de su fe.
Orgulloso de una ascendencia que databa de cientos de años, orgulloso de sus ancestros, todos judíos dignos de su nombre, él descendía según el Talmud, de Otoniel, y consecuentemente de Ipsiboa, esposa del último juez de Israel, una circunstancia que había acrecentado su coraje entre las incesantes torturas. Con lágrimas en sus ojos, el venerable Pedro Arbuez D'Espila, dirigiéndose al estremecido rabbi, le recomendó:
- Hijo mío, alégrate: tu proceso está por llegar a su fin. Si en la presencia de tal obstinación fui forzado a permitir, con profundo desagrado, el uso de gran severidad, mi tarea de fraternal corrección tiene sus límites. Tu eres la higuera que, habiendo fallado en muchas temporadas en dar sus frutos, al final se marchitó, pero solamente Dios puede juzgar tu alma. Tal vez, la Infinita Piedad brille sobre tí en el último momento. Nosotros así lo esperamos. Hay ejemplos. Entonces duerme bien por la noche. Mañana serás incluído en un auto de fe: esto es, serás expuesto al quemadero, las llamas simbólicas del Fuego Eterno: solo quema, mi hijo, a la distancia; y la Muerte tardará al menos dos (hasta tres) horas en venir, en cuenta de los vendajes húmedos y helados con los que envolvemos las cabezas y corazones de los condenados. Habrá otros cuarenta y tres contigo. Te ubicarás en la última fila, para que tengas tiempo de invocar a Dios y ofrecerle a Él tu bautismo de fuego, que será del Espíritu Santo.
Con estas palabras, habiendo señalado a los guardias para desencadenar al prisionero, el prior lo abrazó tiernamente. Entonces fue el turno del fray redentor, quien, en un tono bajo, por el perdón para el judío por el que se lo había hecho sufrir con el propósito de redimirlo; entonces los dos familiares silenciosamente lo besaron. Luego de esta ceremonia, el cautivo fue soltado, solitario y desconcertado, en la oscuridad.
Rabbi Aser Abarbanel, con labios emparchados y el rostro consumido por el sufrimiento, al principio se quedó mirando fijamente las puertas cerradas de su celda. ¿Cerradas? La palabra inconscientemente rozó un vago capricho en su mente, el capricho que había tenido por un instante al ver la luz de las linternas a través de una grieta entre la puerta y la pared. Una mórbida idea de esperanza, debido a la debilidad de su mente, se agitó en su entera humanidad. Él se arrastró a través de la extraña visión. Entonces, muy cautelosamente, deslizó un dedo en la hendidura, provocando la apertura de la puerta delante suyo. ¡Maravilloso! Por un extraordinario accidente el familiar que la cerró había girado la pesada llave de manera que el pestillo no había entrado en el hueco, y las puertas giraron sobre sus bisagras.
El Rabbi se aventuró con su mirada hacia afuera. Con la ayuda de un polvillo luminoso, él distinguió primeramente un semicírculo de paredes a través de las que se proyectaba una escalera; y opuesto a él, en la cima de seis peldaños de piedra, una especie de portal negro, que se abría a un inmenso corredor, cuyos primeros ángulos eran visibles desde abajo.
Esperanzado se arrastró hasta el umbral. Sí, era realmente un corredor, pero parecía interminable. Una anémica luz lo iluminaba: eran lámparas suspendidas desde el abovedado cielo raso que iluminaban a intervalos deslucido matiz del ambiente, la distancia era cubierta en sombras. No había una puerta en todo el pasillo. Unicamente, a un lado, el izquierdo, había pesadas troneras enrejadas, hundidos en las paredes, lo que dejaba pasar una luz que bien podía ser de la tarde. ¡Y qué terrible silencio! La vacilante esperanza del judío era tenaz ya que podría ser la última.
Sin dubitación, se aventuró en el pabellón, siempre bajo las troneras, tratando de convertirse a sí mismo en parte de la oscuridad de las paredes. Él avanzó lentamente, arrastrándose cuerpo a tierra, acallando los gritos de dolor cuando alguna herida abierta enviaba una aguda punzada a través de su cuerpo.
Súbitamente el sonido de unos pasos que se acercaban alcanzó su oído. Él tembló violentamente, y el miedo se reprimió, su vista se nubló. Bien, eso fue todo, no había duda. Se comprimió en un hueco, y medio muerto de miedo, esperó.
Era un familiar que venía apresurado. Él pasó velozmente, llevando en su mano fuertemente asido un instrumento de tortura, una espantosa figura, y luego desapareció. El pánico en que el rabbi entró pareció haber suspendido sus funciones vitales, y él estuvo cerca de una hora incapaz de moverse. Temiendo que las torturas se reiniciaran si era atrapado, pensó en regresar a su calabozo. Pero la vieja esperanza susurraba en su alma ese divino "tal vez" que nos consuela en las horas de peor dolor. Un milagro se había operado. Él no tenía que dudar ya más. Comenzó a reptar hacia su chance de escapar. Exausto por el sufrimiento y hambriento, estremecido del dolor, él se apuró a continuar. El sepulcral corredor pareció extenderse misteriosamente, mientras él, aún avanzando, miraba en la oscuridad en donde había más posibilidades de escape.
¡Oh, oh! Nuevamente escuchaba pasos, pero esta vez eran más lentos, más pesados. Las formas negra y blanca de dos inquisidores aparecieron, emergiendo de la oscuridad. Estaban conversando en tono bajo, y parecían discutir sobre algún asunto importante, ya que gesticulaban con vehemencia.
En vista de este espectáculo, Rabbi Aser Abarbanel cerró sus ojos; su corazón latía tan violentamente que casi lo estaba sofocando; sus harapos se humedecieron con el sudor frío de la agonía; él permaneció inmóvil pegado a la pared, su boca abierta, bajo los rayos de una lámpara, rezando al Dios de David.
Justamente enfrente a él, los dos inquisidores tomaron una pausa bajo la luz de la lámpara, indudablemente debido a algún accidente durante el curso de sus argumentaciones. Uno, mientras escuchaba a su compañero, contempló al rabbi. Y, bajo su vista, él se imaginó de nuevo sintiendo las ardientes tenazas quemando sus carnes, él era una vez más un hombre torturado. Desfalleciente, casi sin aliento, con párpados trémulos, él tembló al contacto con la sotana del monje. Pero, extrañamente aunque por un hecho natural, el vistazo del inquisidor no fue otro que el de un hombre evidentemente absorto en su conversación, fascinado por lo que estaba escuchando; sus ojos se clavaron y pareció mirar al judío sin llegar a verlo.
De hecho, luego del lapso de un par de minutos, las dos oscuras figuras lentamente siguieron su camino, aún conversando en tono bajo, hacia el mismo lugar del que el prisionero venía. Él no había sido visto. Entre la horrible confusión en la mente del rabbi, la idea se disparó en su cerebro: '¿Puedo estar muerto que ellos no llegan a verme?' Una horrible impresión lo atacó desde su letargo: mirando hacia la pared contra la cual su cara se pegó, él imaginó estar en presencia, dos feroces ojos que le miraban. Volvió su cabeza hacia atrás en un súbito frenesí de pavor, su cabello se encrespó. ¡Aún no! No. Su mano estuvo a tientas sobre las piedras: era el reflejo de los ojos del inquisidor, aún impresionados en su retina.
¡Adelante! Él tenía que apurarse hacia su ilusión de salvación, a través de la oscuridad, ya que estaba a unos treinta pasos de distancia. Él puso más velocidad a sus rodillas, sus manos, para poder verse a salvo de aquella pesadilla, y pronto entró en la porción de penumbra del terrible corredor.
Súbitamente el pobre miserable sintió una ráfaga de aire frío en las manos; venía desde bajo la pequeña puerta que estaba al final de las dos paredes.
Oh, Cielos, si esta puerta pudiera ser abierta. Todos los nervios del miserable cuerpo del fugitivo se tensaron en la esperanza. Examinó la puerta desde el piso hasta el marco superior, apenas era capaz de distinguir su contorno a pesar de la oscuridad reinante. Él pasó su mano sobre la puerta: no tenía cerradura, ¡no había cerradura! ¡Un picaporte! La empujó, el picaporte cedió a la presión de su pulgar: la puerta silenciosamente se abrió delante de él.
- ¡Halleluia! -murmuró el rabbi en una muestra de gratitud que, estando en el umbral, mientras contemplaba la escena delante de él.
La puerta se había abierto a un jardín, enmarcado en un cielo astrífero, ¡en primavera, libertad, vida! Se revelaban los campos vecinos, donde se dilataban las sierras, cuyas sinuosas líneas azules se recortaban contra el horizonte. ¡Por fin la libertad! ¡Oh, el escape! Él podría pasar toda la noche bajo los limoneros, cuyas fragancias lo embargaban. Una vez en las montañas estaría libre y seguro. Inhaló el delicioso aire; la briza lo revivió, sus pulmones se expandieron. Sintió en su corazón las Veniforas de Lázaro. Y para agradecer una vez más a Dios que le había otorgado su Gracia, él extendió sus brazos, elevando sus ojos al Cielo. ¡Fue un éxtasis de felicidad!
Entonces él imaginó que veía la sombra de sus brazos acercarse a sí, creyendo que estos oscuros brazos lo rodeaban, y como que era afectuosamente presionado contra el pecho de alguien. Una figura alta estaba frente a él. Él bajo sus ojos, y permaneció inmovil, jadeando para respirar, deslumbrado, con la vista fija, atontado por el terror.
¡Horror! Él estaba en el abrazo del Gran Inquisidor, el venerable Pedro Arbuez D'Espila, que lo contemplaba con ojos húmedos de lágrimas, como un buen pastor que ha encontrado a su oveja descarriada.
El oscuro sacerdote presionó al desventurado judío contra su corazón con enorme fervor, con un arranque de amor, que el filo de la toga friccionó el pecho del domínico. Y mientras Aser Abarbanel con ojos desorbitados gemía en agonía del abrazo del místico, vagamente comprendió que todas las fases de su fatal tarde fueron únicamente parte de una tortura premeditada, la de la Esperanza. El Gran Inquisidor, con un acento de reprobación y una mirada de consternación, murmuró en su oído, su respiración árida y ardiente de un largo ayuno:
- ¡Qué, hijo mío! En la víspera, probablemente, de tu salvación, deseas dejarnos?

domingo, 5 de abril de 2009

PARANOIA: UN CANTO -- STEPHEN KING

PARANOIA: UN CANTO
STEPHEN KING


*
Ya no puedo salir.
Hay un hombre junto a la puerta
con impermeable
fumando un cigarrillo.
Pero
Lo he puesto en mi diario
y las direcciones están todas en fila
sobre la cama, ensangrentadas por la luz
del letrero del bar vecino.
Él sabe que si muero
(o incluso si desaparezco)
aparece el diario y todo el mundo se entera
que la CIA está en Virginia.
500 etiquetas compradas en
500 mostradores de tiendas, todas distintas,
y 500 cuadernos
con 500 páginas en cada uno.
Estoy preparado
Puedo verle desde aquí.
Su cigarrillo brilla
por encima del cuello de la trinchera
y por alguna parte hay un hombre en un Metro
sentado debajo de un anuncio y pensando en mi nombre.
Los hombres me han discutido en cuartos traseros.
Si suena el teléfono sólo hay aliento de muerte.
En el bar, al otro lado de la calle, un revólver
achatado ha cambiado de dueño en el lavabo.
Cada bala lleva mi nombre.
Mi nombre está escrito en viejos ficheros
y buscado en las listas del depósito de cadáveres.
Mi madre ha sido investigada;
gracias a Dios que ha muerto.
Tienen muestras de escritura
y examinan las vueltas de las pés
y las cruces de las tés.
Mi hermano está con ellos, ¿se lo dije?
Su esposa es rusa y él
no deja de pedirme que rellene formularios.
Lo tengo en mi diario.
Escuchen...
escuchen
escuchen por favor:
deben escucharme.
Bajo la lluvia, en la parada del autobús,
negros cuervos con negros paraguas
simulan mirar sus relojes, pero
no está lloviendo. Sus ojos son dólares de plata.
Algunos son eruditos a sueldo del FBI,
la mayoría extranjeros que invaden
nuestras calles. Les engañé
salté del autobús entre la 25 y Lex
donde un cochero me miraba por encima de su periódico.
En la habitación que hay sobre la mía, una vieja
ha montado una succión eléctrica en su suelo.
Se lleva rayos de mi instalación eléctrica
y ahora escribo a oscuras
al resplandor del letrero del bar.
Les digo que lo sé.
Me mandarán un perro con manchas pardas
y una radio de telaraña en el hocico.
Lo ahogué en la fregadera y lo escribí
en la carpeta GAMMA.
Ya he dejado de mirar el buzón.
Las felicitaciones son cartas-bomba.
(¡Aléjate! ¡Maldito seas!
¡Aléjate! ¡Ya conozco a los altos!
¡Les digo que conozco a gente muy alta!)
El pequeño restaurante equipado con suelos parlantes
y la camarera dijo que era sal, pero yo conozco el arsénico
cuando me lo ponen delante. Y el gusto amarillo de la mostaza
para encubrir el amargo olor de las almendras.
He visto extrañas luces en el cielo.
Anoche, un hombre oscuro, sin rostro, se arrastró nueve millas
de recorrido de cloacas para salir en mi retrete, esperando
oír llamadas telefónicas a través de la endeble madera
con orejas de cromo.
Se lo digo, hombre, oigo.
Vi las huellas embarradas de sus manos
sobre la porcelana
Ya no contesto al teléfono
¿se lo había dicho?
Se proponen inundar la tierra con mierda.
Se proponen penetrar a la fuera.
Tienen médicos que
abogan por extrañas posturas sexuales.
Fabrican laxantes con droga
y supositorios que queman.
Saben cómo apagar el sol
con explosivos.
Yo me envuelvo en hielo..., ¿se lo había dicho?
Evita sus infralcances.
Conozco encantamientos y llevo amúletos.
Podéis creer que me teméis, pero podría destruiros
Ahora, en cualquier momento.
En cualquier momento.
En cualquier momento.
¿Quieres algo de café, mi amor?
¿Les dije que ya no puedo salir?
Hay un hombre junto a la puerta
con un impermeable.

Aire








AIRE (Emilia Pardo Bazan)



Tenemos otra loca; pero ésa, interesante -díjome el director del manicomio, después de la descorazonadora visita al departamento de mujeres.
-Otra loca que forma el más perfecto contraste con las infelices que acabamos de ver, y que se agarran al gabán de los visitantes, con risa cínica... Y figúrese usted que esta loca está enamorada...; pero enamorada hasta el delirio. No habla más que de su novio, el cual, por señas, desde que la pobrecilla ha sido recluida aquí, no vino a verla ni una vez sola... Si yo creo que esta muchacha, suprimido el amor, estaría completamente cuerda. Verdad que lo mismo les pasa a muchos mortales. La pasión es quizá una forma transitoria de la alienación mental, desde que nos hemos civilizado...
-No -contesté-. En la Antigüedad precisamente es donde se encuentran los casos característicos de pasión: Fedra, Mirra, Hero y Leandro...
-¡Ah! Es que ya entonces estaba civilizada la especie. Yo me refiero a épocas primitivas.
-Sabe Dios -objeté- lo que pasaba en esas épocas, de las cuales no nos han quedado testimonios ni documentos. Lo indudable es que el sufrir tanto por cuestión de amor es uno de los tristes privilegios de la Humanidad, signo de nobleza y castigo a la vez... ¿Se puede ver a esa muchacha?
-Vamos; pero antes pondré a usted en algunos antecedentes... Ésta es una joven bien educada, hija de un empleado, que se quedó huérfana de padre y madre y tuvo que trabajar para comer. Se llama, deje usted que me acuerde, Cecilia, Cecilia Bohorques. Quiso dar lecciones de piano, pero no era lo que se dice una profesora, y por ese camino no consiguió nada. Pretendió acompañar señoritas, y le contestaron en todas partes que preferían francesas o inglesas, con las cuales se aprende... ¡sabe Dios qué! Entonces, la chica se decidió a coser por las casas, y en esta forma ya encontró medio de vivir: dicen que tiene habilidad y gracia para la cuestión de trapos... Se la disputaban y la traían en palma sus clientes. De su conducta todo el mundo se deshacía en alabanzas.
Entonces la salió un novio, el hijo del médico Gandea, muchacho guapo, algo perdido. Amoríos, vehementes, una novela en acción. Según parece, el muchacho quería llevar la novela a su último capítulo, y ella se defendía, defensa que tiene mucho mérito, porque, repito, y los hechos lo han demostrado, que se encontraba absolutamente bajo el imperio de la más férvida ilusión amorosa. Una de las señales que caracterizan el poderío de esta ilusión es el efecto extraordinario, absolutamente fuera de toda relación con su causa, que produce una palabra o una frase del ser querido. Dijérase que es como palabra del Evangelio, que se graba indeleblemente en los senos mentales, y de la cual se deriva, a veces, todo el contenido de una existencia humana ¡Extraño dominio psíquico el que otorga la pasión! El novio de Cecilia, al final de las escenas en que él solicitaba lo que ella negaba dominando todo el torrente de su voluntad rendida, solía exclamar en tono despreciativo:
-¡Tú no eres nadie; eres más fría que el aire!
Con su asonamiento y todo, la frasecilla acusadora se clavó como bala bien dirigida dentro del espíritu de la muchacha, y allí quedó, engendrando un convencimiento profundo... Ella era, seguramente, aire no más... Lo repetía a todas horas -y ésta fue la primera señal que dio de su trastorno-. Como que no hizo otra cosa de raro, ni menos de inconveniente. Con el mismo aspecto de pudor y de reserva que va usted a verla ahora, siguió presentándose en las casas de las señoras para quienes trabajaba, y de estas señoras ha partido la idea de traerla aquí, a fin de que yo intente su curación. Se interesan por ella muchísimo.
-¿Y usted espera que cure?
-No -respondió el médico en tono decisivo y melancólico-. La experiencia me ha demostrado que estas locuras de agua mansa, sin arrebatos, sonrientes, dulces, apacibles en apariencia, son las que agarran y no se van. No temo a las brutales locuras de la sangre, sino a las poéticas, las refinadas, las delicadas, las finas... Yo les he puesto, allá en mi nomenclatura interna, este nombre: «locuras del aire»...
-¡Como la de Ofelia! -respondí.
-Como la de Ofelia, justamente... Aquel gran médico alienista que se llamó -o no se llamó- Guillermo Shakespeare, conocía maravillosamente el diagnóstico y el pronóstico...
Después de estas palabras de mal agüero, el médico me guió a la celda de la «loca del aire». Estaba muy limpio el cuartito, y Cecilia, sentada en una silleta baja, miraba al través de la reja, con ansia infinita, el espacio azul del cielo y el espacio verde del jardín. Apenas volvió la cabeza al saludarle nosotros. Era la demente una muchacha delgadita y pálida; sus facciones aniñadas, menudas, serían bonitas si las animasen la alegría y la salud; pero es cierto que hay muy pocas locas hermosas, y Cecilia no lo era sino por la expresión realmente divina de sus grandes ojos negros cercados de livor azul y enrojecidos por el llanto cuando respondió a nuestras preguntas:
-¡Va a venir, va a venir a verme de un momento a otro! ¡Me quiere a perder, y yo..., vamos, no sé decir lo que le quiero! Lo malo es que, acaso, al tiempo de venir, ya no me encontrará... Porque yo, aquí donde ustedes me ven, no soy nada, no soy nadie... ¡Soy más fría que el aire! Como que soy eso, aire... No tengo cuerpo, señores... ¡Y como no tengo cuerpo, no he podido obedecerle con el cuerpo ¿Se puede obedecer con lo que uno no tiene? ¿Verdad que no? Yo soy aire tan solamente. ¿No me creen? Si no fuese esa reja, verían cómo es verdad que soy aire... Y el día que quiera, a pesar de la reja, se convencerán de que aire soy. ¡Y nada más que aire! Él me lo dijo..., y él dice siempre la verdad. ¿Saben ustedes cuándo me lo dijo la primera vez? Una tarde que fuimos de paseo a orillas del río, a las Delicias... ¡Qué bien olía el campo! Él me quería estrechar, y como soy aire, no pudo. ¡Y claro! ¡Se convenció!... ¡Soy aire, aire solamente!
Comentó estas declaraciones una carcajada súbita, infantil. Salimos de la celda previo ofrecimiento de avisar al novio, si le encontrábamos, de que su amiga le esperaba con impaciencia.
Y fue una semana después, a lo sumo, cuando leí la noticia en los periódicos. Llevaba este epígrafe: «Suceso novelesco...». ¡Novelesco! Vital, querrían decir: porque la vida es la grande y eterna noveladora.
Aprovechando quizá un descuido de los encargados de su custodia, presa de un vértigo y aferrada a la idea de que era «aire», Cecilia trepó hasta la azotea de uno de los pabellones, se puso en pie en el alero y, exhalando un grito de placer (realizaba al fin su dicha), se arrojó al espacio.
Cayó sobre un montón de arena, desde una altura de veinte metros. Quedó inmóvil, amodorrada por la conmoción cerebral. Aún alentó y vivió angustiosamente dos días. El conocimiento no lo recobró.
Su última sensación fue la de beber el aire, de confundirse con él y de absorber en él el filtro de la muerte, que cura el amor.

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